
A menudo se oye a los ateos concluir que no existe Dios, ya que no puede ser visto, oído ni sentido. Al menos, no por la mayoría de las personas. Sin embargo, el hecho de que los ateos lleguen a esta conclusión contradice la lógica que uno tendría que presentar en una propuesta de investigación.
Si se le pregunta a cualquier investigador o científico sobre el proceso para solicitar fondos para su investigación, dirá que, para empezar, deben redactar una justificación: una propuesta que incluya una revisión de la literatura, analizar las investigaciones previas realizadas en el campo, justificar por qué la idea actual es esencial, enumerar los métodos, técnicas y materiales que se utilizarán para llevar a cabo la investigación, y, finalmente, explicar qué beneficio o impacto tendrá en la sociedad. Por supuesto, la calidad del método depende de la financiación, las instalaciones y los recursos disponibles.
Un buen investigador debe saber y entender la importancia de realizar una investigación imparcial, que puede tomar forma en estudios ciegos para eliminar cualquier sesgo. Un artículo de la revista Public Library of Sciences (PLOS) Biology mostró que, en las ciencias de la vida, entre el 80 % y el 92 % de las investigaciones se llevan a cabo conociendo el tratamiento y la identidad del grupo de sujetos o muestras, siendo únicamente el campo de las ciencias médicas y de la salud el que actualmente realiza un 20 % de estudios ciegos. En cambio, la psicología y las ciencias cognitivas se quedan muy atrás, con una tasa bajísima del 7 % de estudios ciegos (1).
¿Por qué son importantes los estudios ciegos? Muy a menudo, el tema de la existencia de Dios es popular entre científicos de renombre que han llegado a conclusiones sin una investigación profunda, argumentando Su inexistencia debido al aparente sufrimiento generalizado en el mundo. Existen muchos aspectos de la ciencia, y también se menciona a las matemáticas para minimizar o intentar probar la no existencia de Dios. A veces se utiliza el sufrimiento de los niños que padecen enfermedades como el cáncer cerebral como argumento para afirmar que Dios, si existiera, sería malvado o carente de amor.
El tema del sufrimiento ha sido debatido por muchos, pero nadie habla del método científico para encontrar a Dios.
Los teístas suelen presentar argumentos racionales frente a los ateos, y puede parecer que los ateos siguen el mismo esquema para ofrecer argumentos lógicos. Esto se debe a que una mente prejuiciosa o sesgada muchas veces no les permite considerar ningún método para encontrar a Dios.
¿Por qué centrarse en un método? Los métodos son formas de cuantificar o cualificar una muestra, objeto o ser. Son soluciones que pueden adoptar la forma de instrumentos, como un microscopio para ver cosas demasiado pequeñas para ser vistas a simple vista. Por ejemplo, el Western blot, para observar y cuantificar niveles de proteínas, o la cromatografía líquida de alta eficacia (HPLC), una técnica de química analítica utilizada para separar, identificar y cuantificar los componentes de una mezcla.
Existen muchos otros métodos, como las ondas de sonar para medir la profundidad de los océanos, o ecuaciones matemáticas para calcular la distancia entre la Tierra y cualquier objeto en el espacio, etc. La cuestión es que hemos logrado cuantificar, aunque de forma limitada, elementos que no se pueden ver.
Ahora bien, podrías preguntarte: si Dios es omnipresente pero invisible, y nuestros sentidos limitados no pueden verlo ni alcanzarlo, ¿por qué no podemos usar estos métodos para encontrarlo? ¿Por qué no podemos mejorar estos métodos y hacerlos lo suficientemente potentes como para ver o alcanzar a Dios? ¿Por qué no podemos encontrar una ecuación que pruebe la existencia de Dios?
La respuesta sencilla es que estos métodos y ecuaciones no son lo suficientemente poderosos.
¿Algún día lo serán? No lo sabemos con certeza, ya que aún nos queda mucho por descubrir sobre nosotros mismos, nuestro planeta y nuestra galaxia. ¿Sabías que muchas ecuaciones matemáticas siguen sin resolverse hasta el día de hoy? ¿Sabías que solo recientemente hemos logrado encontrar otro planeta más allá del nuestro en el espacio, lo que confirma la posibilidad de otros planetas no observados y quizás otras formas de vida más allá de la Tierra? (2)
Los faraones intentaron alcanzar a Dios construyendo pirámides como una especie de escalera hacia el cielo, pero ese esfuerzo no funcionó. Dios no es un ser físico. Aún no hemos conseguido resolver ecuaciones matemáticas, algunas tan aparentemente simples como la Conjetura de Collatz, que plantea la fórmula “3n + 1” y requiere demostrar que todos los números enteros positivos terminan en “1” (3).
Todavía estamos a la espera de poder cuantificar u observar el dolor. Solo lo sentimos en el momento, y a veces podemos llegar a cuantificar su intensidad a través de una escala de percepción. Aún no sabemos con certeza cuál es la función exacta del apéndice en el cuerpo humano. No hemos descubierto exactamente qué proteínas interactúan para causar complicaciones diabéticas ni su relación precisa con la insulina. Tampoco sabemos qué provoca el crecimiento atrofiado en fetos en desarrollo. Hemos visto indicios de vida en otros planetas, pero todavía no hemos encontrado otras formas de vida fuera de la Tierra.
Dado que hay tantos aspectos aún por descubrir en nuestro diminuto mundo, resulta casi inimaginable pensar en un momento en el que podamos ver a Dios. Tal vez, para entonces, ya seamos una especie o civilización extinta.
A menudo, las comunidades religiosas presentan sus textos sagrados como prueba de la existencia de Dios. Estos textos religiosos, especialmente el Sagrado Corán, apuntan a un Ser Omnisciente al que llamamos Dios. Hay muchos versículos en el Sagrado Corán que mencionan el poder infinito de Dios y Su creación, como el movimiento de las montañas y la manera en que los planetas se desplazan en sus órbitas predeterminadas:
“Y ves las montañas imaginando que están quietas, pero flotan como flotan las nubes. Así es la obra de Al‑lah, Quien lo ha hecho todo firme y fuerte. En verdad, Él sabe muy bien lo que hacéis.”
(Sagrado Corán 27:89)
“Él es Quien creó la noche y el día; el sol y la luna; siguiendo cada uno suavemente su órbita.”
(Sagardo Corán 21:34)
“Aquellos que recuerdan a Al-lah de pie, sentados y acostados sobre sus costados, y reflexionan sobre la creación de los cielos y la tierra…”
(Sagrado Corán 3:192)
Creemos que Al-lah es el Creador de todas las cosas en esta Tierra. Todo el mundo de la creación obedece Sus leyes. Debemos perfeccionar los métodos científicos y ampliar los límites de nuestro conocimiento para observar los signos de Al-lah y testificar que, en verdad, esto no ha sido creado en vano, como leemos en el Corán:
“En verdad, en la creación de los cielos y la tierra y en la sucesión de la noche y el día, y en los barcos que surcan los mares con todo lo que es útil a los hombres, y en el agua que Al-lah hace descender del cielo con la que resucita la tierra después de su muerte, distribuyendo por ella toda clase de bestias, y en el cambio de los vientos y en las nubes sometidas a su servicio entre el cielo y la tierra... en todo ello hay Signos para las gentes que comprenden.”
(Sagrado Corán 2:165)
También hay un hadiz, un dicho del Santo Profeta (sa):
“La abundancia de una comida proviene de lavarse las manos tanto antes como después de comer.”
(Tirmidhi, Shamail, 79)
Esto fue declarado en una época anterior al microscopio. ¿Cómo pudo saberse esto? La historia se desarrolló más adelante, en 1850, cuando un médico húngaro, Ignaz Semmelweis, observó un vínculo entre las muertes en las salas de maternidad y el número de médicos que salían de la morgue sin lavarse las manos antes de atender a las pacientes (4). Esta sencilla observación y el acto de lavarse las manos redujeron significativamente las muertes. Más tarde, esta teoría se desarrolló aún más, dando lugar a la teoría microbiana y a la confirmación definitiva de estos microorganismos gracias al microscopio.
Si reflexionamos y entendemos con cuidado, puede que no dispongamos de métodos científicos para observar o usar nuestros sentidos físicos que confirmen el vínculo o la existencia de algo. Eso no significa que la cosa o ser en cuestión no exista. Simplemente significa que aún no tenemos el poder para observarlo.
Quizá solo la creencia llevó a la propuesta de lavarse las manos, sin ninguna prueba que la respaldara. A veces, lo único necesario es una creencia firme; una observación, y los métodos para probarla pueden desarrollarse más adelante, o quizás nunca, debido a nuestro conocimiento limitado, instalaciones y recursos.
En el ciclo de la vida, quizá encontremos a Dios en la etapa posterior que viene en la otra vida, pero si somos Sus fieles siervos, también podemos “encontrarnos” con Él en esta vida. Y con una mente imparcial, quizá incluso podamos hallarlo pronunciando una palabra de oración:
“Dirígenos por el camino recto.”
(Sagrado Corán 1:6)
Podemos pensar que Dios está lejos, pero en realidad está dentro de nosotros; como Él mismo nos dice en el Sagrado Corán:
“Pues en verdad, y estamos más cerca de él incluso que su vena yugular.”
(Sagrado Corán 50:17)
Referencias
- Evidencia de sesgo experimental en las ciencias de la vida: por qué necesitamos el registro de datos ciego. https://journals.plos.org/plosbiology/article?id=10.1371/journal.pbio.1002190 (Consultado: 28 de noviembre de 2021)
- Nuevo planeta descubierto tras ‘fotobombardear’ una misión de la Agencia Espacial Europea. https://www.mirror.co.uk/science/new-planet-discovered-after-photobombs-24416115 (Consultado: 28 de noviembre de 2021)
- 10 ecuaciones matemáticas que nunca se han resuelto – Matemáticas interactivas. https://www.intmath.com/blog/mathematics/10-math-equations-that-have-never-been-solved-12456 (Consultado: 28 de noviembre de 2021)
- En 1850, Ignaz Semmelweis salvó vidas con tres palabras: lávate las manos | PBS NewsHour, https://www.pbs.org/newshour/health/ignaz-semmelweis-doctor-prescribed-hand-washing (Consultado: 28 de noviembre de 2021)
Traducido por Aesha Ijaz