Orígenes del pecado y caminos hacia la redención

orígenes del pecado

Orígenes del pecado y caminos hacia la redención: Un breve análisis de la expiación cristiana y las enseñanzas islámicas

Escrito por Damon Stengel, Baltimore, USA

Traducido en español por Afia Ambar Zafar

La mayoría de la humanidad en el mundo se adhiere a dos religiones: el cristianismo y el islam. Ambas religiones enseñan que hay un solo Dios y que la humanidad está consumida por el pecado; la única manera de vencerlo es a través de una relación sincera con el Único Dios. Sin embargo, los cristianos creen que la Divinidad consta de tres partes: el Padre (Dios mismo), el Hijo (Jesucristo) y el Espíritu Santo. A los seguidores de ambas se les enseña a suplicar a su Creador para que los ayude a combatirlo y se les enseña que habrá un Juicio Final, donde el pecado será completamente eliminado y la purificación del pecado prevalecerá después de la segunda venida del Mesías Prometido.

En lo que ambos difieren es en cómo llegó el pecado y cómo uno vence al yo, incitando al mal.

La doctrina cristiana del pecado original y la expiación (la reparación/la purificación)

En el cristianismo, la Biblia enseña que el pecado se originó con Adán y Eva. Eva comió del fruto del árbol prohibido del conocimiento del bien y del mal, y le dio fruto a su esposo (Génesis 3:6; Romanos 5:12).

Como resultado, la tierra quedó plagada de pecado y muerte, y esta última se aplicó a todos los seres vivos. Como el mal era tan importante en el mundo, Dios ideó muchos planes para librar el mundo del pecado. A medida que la humanidad se multiplicaba a lo largo de las generaciones, Dios estaba tan descontento con su creación que llegó al punto de arrepentirse. (Génesis 6:5-7; 6:13; 6:17)

A excepción de Noé (Génesis 6:8; 6:18), Dios tenía la intención de destruir por completo a la humanidad con un diluvio universal, y así lo hizo. Después de eso, el Señor prometió no volver a inundar la tierra (Génesis 8:21).

Después de eso, los Profetas fueron enviados a la descendencia de Noé. Desde Abraham hasta Moisés, y desde Moisés hasta Jacob, existió la profecía. Después de la muerte de Jacob, la institución profética continuó dentro de su linaje, la Casa de Israel, mientras que el resto de la humanidad fue abandonada.

Se enviaron muchos mensajeros a las doce tribus de Israel, y cada vez que se desviaban, Dios enviaba profetas para que los hicieran volver a la Torá. Sin embargo, con el paso del tiempo, eso tampoco funcionó, ya que Dios envió a los babilonios contra Israel, derribando su templo y castigando a los judíos con el exilio. (2 Reyes  25;  2 Crónicas  36)

Sólo a las tribus de Leví, Benjamín y Judá se les permitió regresar cuando el Imperio Persa tomó el poder. ( Esdras  1)

El regreso de estas tres tribus aún no fue suficiente, y 400 años después, el Señor, según la perspectiva cristiana, envió a su Hijo, Jesús, a sacrificarse en la cruz para rescatar al mundo del pecado. (Gálatas  3:13;  Filipenses  2:6-11; 1 Juan 2:2)

A través de la crucifixión, fue descrito por Pablo como el segundo Adán porque el primer Adán causó el pecado, Dios no lo quiera, mientras que el segundo Adán quitó el pecado.

Con la ascensión de Jesús al cielo, se espera que él regrese y purifique completamente el mundo del pecado.

Visión cristiana: Ningún pecado es perdonado excepto aceptando la muerte de Cristo en la cruz.

Al haber muerto Cristo en la cruz, a los cristianos se les enseña que la única manera de vencer y perdonar el pecado es aceptar que Cristo murió en la cruz. Al aceptar lo que ellos describen como “gracia”, todos los pecados son perdonados. La pena de muerte para los pecadores fue pagada cuando  murió el Mesías .

Pablo dijo:

“Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.” (Gálatas  3:10)

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” ( Gálatas  3:13).

La enseñanza islámica sobre el pecado y el atributo divino del Todomisericordioso

En contraste con la doctrina cristiana, el Islam enseña que el pecado es responsabilidad de cada hombre individualmente (Sura An-Najm, Cap. 53: V. 39), y la manera de vencer el pecado es a través de la creencia sincera, la búsqueda del perdón (istighfar) y las buenas obras que lo acompañan.

El Islam enseña que la influencia del entorno es la que hace que uno peque. En un  hadiz se dice  que todos los seres humanos nacen puros:

“Ningún niño nace excepto en  al-fitrah  (es decir, la naturaleza verdadera) y luego sus padres lo hacen judío, cristiano o mago”. ( Sahih al-Bukhari , Kitab al-Tafsir, Hadith 4775)

El hadiz continúa diciendo que el Profeta saw  citó el Sagrado Corán con respecto a al-fitrah :

“Dedica, pues, tu rostro a la religión como un devoto de Dios y sigue la naturaleza creada por Dios, la naturaleza con la que Él ha creado a los hombres. No hay forma de alterar la creación de Dios. Esa es la religión verdadera. Pero la mayoría de los hombres no saben.” (Sura Ar-Rum, Cap. 30: V. 31)

En otro  hadiz se dice:

“La pluma ha sido quitada de tres: del niño hasta que alcanza la pubertad, del durmiente hasta que despierta y del loco hasta que recupera la cordura.” (Musnad Ahmad , Hadith 940)

Este versículo y los hadices  mencionados anteriormente dejan en claro que el pecado no se hereda, sino que es la influencia del entorno. Todo hombre nace sin pecado y un niño no es considerado responsable hasta que madura, es decir, hasta que ha madurado lo suficiente como para tomar conscientemente sus propias decisiones.

Para vencer el pecado, a los musulmanes se les enseña que el alma tiene tres etapas: el yo que incita al mal (Sura Yusuf, cap. 12: v. 54), el yo que reprende (Sura Al-Qiyamah, cap. 75: v. 3) y el alma en reposo (Sura Al-Fajr, cap. 89: v. 28).

Nafs-i-Ammarah : El yo que incita al mal

En su libro,  Filosofía de las Enseñanzas del Islam, Hazrat Mirza Ghulam Ahmad, quien afirmó ser el Mesías Prometido as, escribió:

“Es característico del ser humano el incitar al hombre al mal y oponerse a su logro de la perfección y a su estado moral, y empujarlo hacia caminos indeseables y malvados. Así, la propensión al mal y a la intemperancia es un estado humano que predomina en la mente de una persona antes de que entre en el estado moral. Este es el estado natural del hombre, siempre que no se guíe por la razón y el entendimiento, sino que siga su inclinación natural al comer, beber, dormir, despertar, enfadarse y provocar, como los animales. Cuando una persona se guía por la razón y el entendimiento y controla su estado natural y lo regula de manera apropiada, entonces estos tres estados, como se describieron, dejan de ser estados naturales, sino que se denominan  estados morales, como también se discutirá más adelante”. (Filosofía de las enseñanzas del Islam  [inglés], pág. 4)

Nafs-i-Lawwamah : El yo que se reprocha

Respecto a este estado espiritual, Hazrat Ahmad afirma  :

“Este yo reprobador es la segunda fuente del estado humano a partir de la cual se genera el estado moral. En esta etapa, el hombre deja de parecerse a los animales. Llamarlo a testigo tiene el propósito de rendirle honor como si al avanzar desde el estado del yo que es propenso al mal y llegar al estado del yo reprobador, se hubiera vuelto digno de honor en la estimación divina. Se lo llama así porque reprende al hombre por el vicio y no se reconcilia con el hecho de que el hombre se someta a sus deseos naturales y lleve una existencia desenfrenada como los animales. Desea que el hombre esté en un buen estado y practique la buena moral, y que no se manifieste ningún tipo de intemperancia en ningún aspecto de la vida humana, y que las emociones y los deseos naturales sean regulados por la razón.

“Como reprende todo movimiento vicioso, se le llama el yo reprobador. Aunque se reprende a sí mismo con respecto a los vicios, no es totalmente eficaz en la práctica de la virtud y, en ocasiones, está dominado por las emociones naturales, cuando tropieza y cae. Es como un niño débil que no desea tropezar ni caer, pero lo hace por debilidad, y luego se arrepiente de su debilidad. En resumen, este es el estado moral del yo humano cuando busca comprender dentro de sí altas cualidades morales y se disgusta con la desobediencia, pero no puede lograr el éxito completo”. (La filosofía de las enseñanzas del Islam  [inglés], págs. 5-6)

El Mesías Prometido as se refiere al hecho de que el hombre es una criatura de hábitos y que los hábitos se crean a través de la repetición constante. Es por eso que el Corán a menudo hace mucho hincapié en hacer el bien para acercarse a Allah, la definición misma de las tradiciones islámicas, la sunnah (hábitos o camino). Hacer el bien establece una buena moral. En esta etapa, debido a la debilidad del hombre, todavía tiene reveses.

Nafs-i-Mutma’innah : El alma en reposo

“Esta es la etapa en la que el alma de una persona que se libera de todas sus debilidades se llena de poderes espirituales y establece una relación con Dios Todopoderoso sin cuyo apoyo no puede existir. Como el agua que fluye desde lo alto, debido a su volumen y la ausencia de cualquier obstrucción, se precipita con gran fuerza, de la misma manera, el alma en reposo fluye hacia Dios. Esto está indicado por la dirección divina al alma que ha encontrado consuelo en Dios para que regrese a su Señor. Experimenta una gran transformación en esta misma vida y se le otorga un paraíso mientras aún está en este mundo. Como este versículo indica en su dirección para que tal alma regrese a su Señor, es alimentada por su Señor y su amor por Dios se convierte en su alimento, y bebe de esta fuente de vida y así se libera de la muerte. Esto está indicado en otro lugar en el Sagrado Corán donde Allah, el Exaltado, ha dicho:

قَدۡ اَفۡلَحَ مَنۡ زَکّٰٮہَا وَقَدۡ خَابَ مَنۡ دَسّٰٮہَا

(Sura ash-Shams, Cap. 91: V. 10-11)

“Es decir, quien purifica su alma de las pasiones mundanas se salvará y no sufrirá la ruina, pero quien se deja vencer por sus pasiones mundanas debe desesperar de la vida.” (Filosofía de las enseñanzas del Islam  [inglés], págs. 7-8)

Esta es la etapa en la  que el hombre se ha liberado completamente del pecado, pero ahora depende completamente de la voluntad de Allah y actúa de acuerdo con Su voluntad. El Mesías Prometido alude nuevamente a esta etapa en Bahrein-e-Ahmadiyya.

“Este estado se produce cuando Dios los ama y una llama ardiente de Su amor —que puede llamarse el espíritu de su ser espiritual— desciende sobre sus corazones y les da una segunda vida. Este espíritu trae luz y vida a todo su ser espiritual. En este estado, su devoción al recuerdo de Dios no se debe a la artificialidad o la pretensión; sino que Dios, que ha hecho que el ser físico del hombre dependa de la comida y el agua, vincula su vida espiritual, que es tan querida para ellos, al alimento de Su recuerdo. Por lo tanto, aman este alimento más que la comida física y el agua, y temen perderlo. Todo esto es el resultado del espíritu que se les pone como una llama, que los embriaga con el amor del amor de Dios. Por lo tanto, no desean separarse de Su recuerdo ni siquiera por un solo momento”. (Bahrain-e-Ahmadiyya  [Inglés] ,  Parte V, págs. 293-294)

Conclusión

Mientras que el cristianismo dice que el pecado es una maldición generacional causada por Adán y Eva que comieron del árbol prohibido y la única manera de superar esa maldición es aceptando el supuesto sacrificio del Mesías en la cruz como pago por esos pecados, el Islam afirma que el pecado proviene del medio ambiente ya que cada hombre nace puro y presenta las tres etapas del hombre en la superación del pecado: el yo que incita al mal, el yo que reprende y el alma en reposo a través de la adquisición gradual de buenos hábitos con la ayuda de Allah.

Por lo tanto, he sostenido que el Islam presenta una manera mucho más realista de vencer el pecado, ya que es coherente con la naturaleza de la psicología humana y permite el desarrollo del ser humano. Con el cristianismo, nuestro potencial está limitado porque la doctrina del pecado original afirma que nadie es lo suficientemente bueno para vencer el pecado y, por lo tanto, sólo el Mesías paga por esos pecados a través de su supuesto castigo en la cruz.

El Islam argumenta que esta falsa doctrina del cristianismo quita al hombre la responsabilidad de ser portador de sus propios pecados.

Para concluir, terminaré este artículo con dos versículos comparativos de las dos teologías del cristianismo y del islam que mejor resumen este tema:

1. “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas 3:13).

2. “Que nadie cargue con la carga de otro, y que ese hombre no tenga más que aquello por lo que se esfuerce.” (Corán, Sura An-Najm, 53:39-40)

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