¿Quién es Al-lah?
El versículo prosigue: «Ar-Rahman, ar-Rahim» (El Clemente, el Misericordioso). Esto significa que Al-lah, por Su Gracia y Bondad puras, creó todo aquello cuya necesidad llegaría a sentir el hombre: el aire y la luz, el agua y el fuego, las diversas clases de alimentos y medicinas, la madera, el hierro, las rocas, etc. Ha creado tantas cosas para el uso y ejercicio de las facultades del hombre, que dondequiera que este dirija su atención, encuentra motivos para reflexionar, ofreciéndosele innumerables oportunidades de mejorar y perfeccionar su conocimiento y aptitudes. En realidad, el hombre no puede experimentar necesidad alguna para la cual no haya sido provisto desde antes de su nacimiento. Todo esto ha tenido lugar bajo el atributo divino de «Ar-Rahman» (La Clementísima Gracia).
Posteriormente, se le denomina «Ar-Rahim» en el Sagrado Corán; es decir, Él recompensa toda labor y esfuerzo de acuerdo con su merecido. El esfuerzo humano nunca es estéril y siempre es recompensado en correcta proporción a sus méritos.
También se le llama «Malik-i-Yaum-i-Din» (Soberano del Día del Juicio). En otras palabras, además de los resultados inherentes a las leyes de la Naturaleza y las recompensas y castigos que estas conllevan, Él ha establecido los límites de cada acción. Tan pronto como estos límites son transgredidos, tiene lugar un juicio final sobre cada acto, de modo que los buenos son recompensados y los malos son castigados, existiendo siempre la posibilidad de que, bajo Su atributo de «Malik» (Soberanía), Él pueda perdonar y otorgar la remisión de la culpa.
Asimismo, se le menciona como «Al-Qadir» (el Todopoderoso); es decir, Él ha determinado la naturaleza y propiedades de todas las cosas. De no haber sido así, reinarían el desorden y la confusión constantemente en el mundo, y los asuntos terrenales concluirían con rapidez. Si el hombre no tuviera certeza sobre la naturaleza, el efecto y las propiedades de las cosas, nunca podría emprender nada sin saber a dónde podría conducirle. Por ejemplo, una persona que desea cocinar enciende fuego con la absoluta certeza de que este generará calor.
Si la generación de calor no fuera una característica fija del fuego, y la extinción de este no fuera una propiedad permanente del agua; si el fuego generara a veces calor y otras frío; si el agua apagara el fuego en unas ocasiones y en otras lo avivara, nadie podría beneficiarse de ellos, y la humanidad caería en la desesperación y pronto perecería.
A Al-lah se le describe como «Al-‘Alim» (el Omnisciente), es decir, tiene conocimiento de lo oculto y lo manifiesto. Él es conocedor de los secretos del corazón humano y sabe todo lo que está escondido. Está enterado de todo lo desconocido de la naturaleza humana, de lo cual el hombre mismo ignora.
Todo cuanto existe bajo la tierra, así como en lo más recóndito de las montañas, se halla en Su conocimiento. Él sabe del pasado y también del futuro.
Él es «As-Sami'» (el Que todo lo oye). El susurro más leve no se le escapa, y el arrastre de una hormiga o el sonido de la sangre discurriendo por las arterias humanas también Le alcanzan.
Él es «Al-Hayy» (el Viviente), es decir, Él es en Sí mismo vivo y otorga la vida a los demás.
Él es «Al-Jaliq» (el Creador).
Él es «Al-Qayyum» (el Autosubsistente), es decir, sustenta y mantiene la existencia de los demás.
Él es «As-Samad» (el Señor Absoluto), es decir, nada puede existir sin Su apoyo y asistencia.
Él es «Al-Ghafur» (el Perdonador), es decir, perdona nuestras faltas.
Él es «Al-Qahhar» (el Dominador), es decir, todas las cosas están sujetas a Su Poder.
Él es «Al-Jabbar» (el Restaurador), es decir, remedia todo desorden y enfermedad.
Él es «Al-Wahhab» (el Otorgador): Concede favores y bondades a Sus criaturas.
Él es «As-Subbuh» (el Santísimo): Libre de todo defecto.
Él es «Al-Quddus» (el Santo): Reúne en Sí mismo todos los aspectos de la Pureza y Santidad.
No duerme ni se fatiga. Es Eterno e Imperecedero.
Es «Al-Muhaimin» (el Guardián), es decir, es Protector sobre todas las cosas. Gracias a este atributo divino, el hombre se ve salvaguardado de males y sufrimientos, de cuya proximidad puede incluso no percatarse. A menudo es salvado de una enfermedad o calamidad gracias a influencias secretas que trabajan a su favor. Tan pronto como la enfermedad ataca al organismo humano, diversas fuerzas comienzan a destruir los gérmenes de la misma. Mientras el hombre no persista en actuar temerariamente infringiendo las leyes de la Naturaleza, se ve librado de muchas de las malas consecuencias de su conducta. Al-lah dice en el Sagrado Corán:
وَ لَوۡ یُؤَاخِذُ اللّٰہُ النَّاسَ بِمَا کَسَبُوۡا مَا تَرَکَ عَلٰی ظَھۡرِھَا مِنۡ دَآبَّۃٍ وَّ لٰکِنۡ یُّؤَخِّرُھُمۡ اِلٰۤی اَجَلٍ مُّسَمًّی
«Si Al-lah hubiera de castigar a los hombres [inmediatamente] por sus pecados, no dejaría criatura alguna sobre la tierra; mas les concede una prórroga hasta un plazo fijo.» (Corán 35:45)
En resumen, Él posee todos los atributos perfectos y Su misericordia lo abarca todo. Como dice:
وَ رَحۡمَتِیۡ وَسِعَتۡ کُلَّ شَیۡءٍ
«Y Mi misericordia todo lo abarca.» (Corán 7:157)
En otras palabras, Sus atributos de enfado y castigo están supeditados a Sus atributos de misericordia.
Él es «Al-Ahad» (el Único): Nada es semejante a Él; Es «Al-Wahid» (el Uno), es decir, todas las cosas tuvieron su origen en Su Voluntad y Él es la Causa Primera de toda la Creación. El Sagrado Corán menciona muchos otros atributos que muestran que el Islam enseña un concepto perfecto de Al-lah, como poseedor de cualidades que generan amor, por un lado, y temor piadoso, por otro, siendo ambos indispensables para una relación perfecta entre Dios y el hombre.
Un instante de reflexión mostrará que la perfecta sumisión y obediencia solo pueden producirse por amor o por temor. Sin duda, el amor es la relación más perfecta y superior, pero es también innegable que ciertas naturalezas solo se sienten impresionadas por el temor. Una religión, por tanto, que no haga hincapié en ambos atributos divinos de la misericordia y la justicia retributiva, no puede ser universalmente beneficiosa. Al considerar las causas y orígenes de la conducta humana, toda religión debe tener en cuenta no solo los motivos que influyen en la actitud de los estratos más desarrollados de la sociedad, sino también aquellos que gobiernan las acciones de toda clase y condición humana.
En realidad, los segmentos más elevados de la humanidad se encuentran, por lo general, naturalmente inclinados hacia el bien. Por tanto, debemos prestar la mayor atención a quienes han caído en desgracia y han olvidado completamente sus deberes como seres humanos.
Este tipo de personas, salvo raras excepciones, solo es influenciable por el miedo, y no acepta reforma moral o espiritual alguna a menos que se enfrente a la perspectiva de algún daño o pérdida. Una religión que proclama conducir a toda la humanidad a una relación directa con Al-lah debe, por tanto, considerar esta característica de la naturaleza humana. Al describir los atributos de Dios, el Islam ha contrapesado de tal forma los diferentes atributos, que no puede imaginarse una combinación más perfecta para atraer y guiar a hombres de naturalezas tan dispares. Tanto los atributos de Amor como los de Justicia han sido objeto de énfasis, estando ambos sujetos a la afirmación: «Mi misericordia todo lo abarca»; es decir, la misericordia supera al castigo, ya que el objetivo de este último no es infligir daño, sino reformar.
Tal es la concepción de Al-lah, suprema y perfecta, que responde plenamente al objeto real de la religión. La mayoría de las religiones atribuyen a Dios atributos similares, con pequeñas diferencias. Esto lleva a quien lo observa superficialmente a preguntarse por qué las religiones se oponen entre sí. Sin embargo, el error de pensar que todas las religiones presentan una concepción similar de Dios surge del hecho de que la mayoría de la gente, al considerar la cuestión, olvida las características de la naturaleza humana.
Es propio de esta naturaleza aceptar o rechazar determinadas cosas por principio, sin admitir interferencia o ayuda externas. De tales cosas se dice que son autoevidentes y, aunque algunos pensadores no las acepten como tales, las masas las aceptan sin cuestionarlas, convirtiéndolas en una segunda naturaleza, sin posibilidad de que alguien pueda refutarlas con argumentos.
Una de esas cosas, aceptada casi unánimemente por la humanidad, es la noción de que Dios es un Ser Perfecto, libre de todo defecto. Ninguna religión que declare que Dios carece de perfección o está sujeto a deficiencias puede esperar ser tenida en cuenta. No puede haber, por tanto, mucha diferencia entre los nombres y atributos que las diferentes religiones asignan a Dios. Surgen, sin embargo, diferencias en la forma en que los seguidores de distintas religiones explican tales nombres y atributos. La aparente coincidencia respecto a estos nombres no se debe a que todas las religiones concuerden en los atributos Divinos, sino a la renuencia de las masas a aceptar otros nombres diferentes.
Al comparar los méritos de las diferentes religiones, debemos considerar, por tanto, las explicaciones que cada una ofrece al interpretar dichos nombres y atributos.
Por ejemplo, todas las religiones coinciden en declarar que Dios es el Creador del Universo y que Él capacita a todo lo creado para evolucionar en su propio campo. Sin embargo, se revelan vastas diferencias entre las enseñanzas de las diferentes religiones respecto a este atributo divino.
Como estoy tratando las enseñanzas del Ahmadiat, procederé a explicar lo que el Islam enseña respecto a este atributo. Es obvio que Dios no es el Creador o Sustentador de una nación o clase particular, sino que es el Creador y Sustentador de todo el Universo y que, en la medida en que el atributo de Creador Le concierne, todos los hombres son iguales y ninguna nación puede proclamar una relación especial con Dios.
Él se ocupa de los pueblos de Asia de la misma manera que vela por los de Europa, y cuida de los americanos igual que de los africanos. De la misma forma que provee nuestras necesidades físicas, también provee nuestras necesidades espirituales. Basándose en este principio, el Sagrado Corán, en una época histórica en la que prevalecía un espíritu de exclusividad nacionalista, cuando los prejuicios políticos eran máximos y la gente de una nación ni siquiera sabía si los de otros países tenían noción del concepto de profecía, proclamaba:
وَ اِنۡ مِّنۡ اُمَّۃٍ اِلَّا خَلَا فِیۡہَا نَذِیۡرٌ
«Y no hay pueblo alguno al que no le hayamos enviado un advertidor.» (Corán 35:24)
En otro lugar declara:
وَ لَقَدۡ بَعَثۡنَا فِیۡ کُلِّ اُمَّۃٍ رَّسُوۡلًا اَنِ اعۡبُدُوا اللّٰہَ وَ اجۡتَنِبُوا الطَّاغُوۡتَ
«Y, ciertamente, suscitamos en cada comunidad un Mensajero [para que exhortara]: ‘Adorad a Al-lah y apartaos del mal.'» (Corán 16:36)
Se relata en una tradición que el Santo Profeta Muhammad (la paz y bendiciones de Dios sean con él) fue preguntado en cierta ocasión si Al-lah había revelado algo en lengua persa, y él respondió: «Sí, Dios habló en persa a un Profeta».
Considerad, por tanto, cómo el Islam, al ofrecer esta explicación de la expresión «Rabbul-‘Alamin» (Señor de todos los mundos), que es común a los seguidores de todas las religiones, descubrió al mundo una nueva verdad y estableció los cimientos de la fraternidad universal. En consecuencia, un musulmán no puede sentir sino reverencia hacia los fundadores y líderes de las demás religiones. Para él, Krishna, Ramchandra, Buda, Zoroastro y Confucio son Profetas de Al-lah, al igual que Jesús o Moisés (la paz sea con todos ellos), con la única diferencia de que, al mencionarse a estos últimos en el Sagrado Corán, existe una mayor certidumbre respecto a ellos. Este hecho afecta fundamentalmente a la actitud del Islam respecto a las demás religiones.
Tan pronto como un musulmán se entera de una religión antigua que antes desconocía o tiene noticia de un profeta antiguo ignorado, no se siente confundido como si hubiera aparecido un rival, sino que, al contrario, acepta el descubrimiento como prueba viviente de la verdad del Islam y confirmación de las enseñanzas del Sagrado Corán. ¿No enseña acaso el Islam que Al-lah es «Rabbul-‘Alamin» y que Sus bondades no están confinadas a Arabia o Siria, y que, así como el Sol ilumina cada rincón del mundo, la Palabra de Dios debe iluminar cada valle, dando luz a todas las naciones?
Llegados a este punto, puede surgir la pregunta: si todas las religiones tienen origen divino, ¿por qué no debemos aceptar a todas como verdaderas y creer que todas conducen a Al-lah? Esta cuestión ha sido respondida por el Sagrado Corán en los siguientes versículos:
وَ لَقَدۡ بَعَثۡنَا فِیۡ کُلِّ اُمَّۃٍ رَّسُوۡلًا اَنِ اعۡبُدُوا اللّٰہَ وَ اجۡتَنِبُوا الطَّاغُوۡتَ ۫ فَمِنۡہُمۡ مَّنۡ ہَدَی اللّٰہُ وَ مِنۡہُمۡ مَّنۡ حَقَّتۡ عَلَیۡہِ الضَّآلَّۃُ ؕ فَسِیۡرُوۡا فِی الۡاَرۡضِ فَانۡظُرُوۡا کَیۡفَ کَانَ عَاقِبَۃُ الۡمُکَذِّبِیۡنَ
«Y por cierto que enviamos a cada comunidad un Mensajero [para que exhortara]: ‘Adorad a Al-lah y apartaos del mal’. Al-lah guió a algunos de ellos, mientras que otros cayeron en el extravío. Recorred, pues, la tierra y ved cuál fue el fin de los que desmintieron.» (Corán 16:36)
Estos versículos indican que la integridad de todos los libros y enseñanzas precedentes se ha vuelto dudosa, y que dudas y errores extrínsecos se introdujeron en ellos antes del advenimiento del Santo Profeta (la paz y bendiciones de Dios sean con él), de tal forma que, a pesar de su origen divino, se han vuelto inapropiados en la práctica y ya no pueden ofrecer la garantía de que, actuando conforme a ellos, el hombre pueda llegar a Al-lah.
Otra cuestión concerniente a Al-lah, y que corresponde a la religión responder, es la siguiente: ¿Por qué no podemos ver a Al-lah si Él existe? Es fácil afirmar que Dios existe; la dificultad reside en demostrar Sus diferentes atributos. El Sagrado Corán asume esta responsabilidad y ofrece pruebas de los distintos atributos divinos. Por ejemplo, respecto a la última cuestión mencionada, declara:
لَّا تُدۡرِکُہُ الۡاَبۡصَارُ وَ ہُوَ یُدۡرِکُ الۡاَبۡصَارَ ۚ وَ ہُوَ اللَّطِیۡفُ الۡخَبِیۡرُ
«Las miradas no pueden percibirle, mas Él percibe [todas] las miradas. Y solo Él es inescrutable [para la creación], está bien informado de todo.» (Corán 6:103)
¡Qué breve, pero qué completa explicación! Las cosas sutiles, como el aire, la electricidad o el éter, no pueden ser vistas por los ojos del hombre. ¿Cómo podría él ver a Al-lah, que es mucho más sutil que todo lo existente y no está compuesto de materia, sino que Él mismo es el Creador de todas las cosas? Por el contrario, Al-lah sabe que el hombre busca sin descanso su unión con Él y se siente impaciente por Su encuentro.
Él, por tanto, por Sí mismo, se acerca al hombre y Se revela personalmente a su entendimiento; es decir, Se manifiesta a través de Su Poder y atributos, capacitando así al hombre para verle con los ojos de la razón y la fe.
Respecto a la prueba de la existencia de Al-lah, el Sagrado Corán dice:
تَبٰرَکَ الَّذِیۡ بِیَدِہِ الۡمُلۡکُ وَ ہُوَ عَلٰی کُلِّ شَیۡءٍ قَدِیۡرُ ۙ﴿۱﴾ الَّذِیۡ خَلَقَ الۡمَوۡتَ وَ الۡحَیٰوۃَ لِیَبۡلُوَکُمۡ اَیُّکُمۡ اَحۡسَنُ عَمَلًا ؕ وَ ہُوَ الۡعَزِیۡزُ الۡغَفُوۡرُ ۙ﴿۲﴾ الَّذِیۡ خَلَقَ سَبۡعَ سَمٰوٰتٍ طِبَاقًا ؕ مَا تَرٰی فِیۡ خَلۡقِ الرَّحۡمٰنِ مِنۡ تَفٰوُتٍ ؕ فَارۡجِعِ الۡبَصَرَ ۙ ہَلۡ تَرٰی مِنۡ فُطُوۡرٍ ﴿۳﴾ ثُمَّ ارۡجِعِ الۡبَصَرَ کَرَّتَیۡنِ یَنۡقَلِبۡ اِلَیۡکَ الۡبَصَرُ خَاسِئًا وَّ ہُوَ حَسِیۡرٌ﴿۴﴾
«Bendito Aquel en Cuya mano está el dominio, y Él tiene poder sobre todas las cosas. Él es Quien creó la muerte y la vida para probaros, [y averiguar] quién de vosotros obra mejor; y Él es el Poderoso, el Indulgente. Él es Quien creó siete cielos superpuestos. No hallarás defecto alguno en la creación del Clemente. Vuelve, pues, la mirada: ¿Ves alguna falla? Luego, vuelve la mirada una y otra vez; [pero] tu mirada volverá a ti, cansada y deslumbrada.» (Corán 67:1-4)
En otras palabras, si consideramos el Universo en su totalidad, encontramos que cada necesidad ha sido prevista y se han otorgado los medios más adecuados para el desarrollo de cada capacidad y facultad. Algunas de las necesidades del más ínfimo gusano que se arrastra sobre la tierra están previstas en algún planeta que se desplaza a billones de kilómetros de ella. La contemplación de este ciclo de deseo y su satisfacción nos muestra que el Universo tiene un Creador, que no ha omitido proveer nuestro más pequeño anhelo legítimo y que, por tanto, ha otorgado los medios para satisfacer toda verdadera necesidad.
Otra cuestión que surge con frecuencia es: si Dios es un Creador Benévolo, ¿por qué ha creado cosas como las fieras, los gusanos, los reptiles, el dolor, las enfermedades, las plagas, etc.? El Islam también ofrece explicaciones sobre este particular. Por ejemplo, el Sagrado Corán dice:
اَلۡحَمۡدُ لِلّٰہِ الَّذِیۡ خَلَقَ السَّمٰوٰتِ وَ الۡاَرۡضَ وَ جَعَلَ الظُّلُمٰتِ وَ النُّوۡرَ ۖ ثُمَّ الَّذِیۡنَ کَفَرُوۡا بِرَبِّہِمۡ یَعۡدِلُوۡنَ﴿۱﴾
«Toda alabanza pertenece a Al-lah, Quien creó los cielos y la tierra e hizo las tinieblas y la luz. No obstante, los que rechazan la verdad equiparan a otros con su Señor.» (Corán 6:1)
Es decir, todas las cosas que resultan fastidiosas y que podrían llamarse hijas de las tinieblas, como las plagas, las fieras o los insectos venenosos, también son creación de Al-lah, y su creación no atenta contra Su atributo de Misericordioso, sino que, al contrario, prueba Su misericordia. Si se considera su verdadera naturaleza y función, habla de una mayor Gloria y Alabanza a Al-lah, y no Lo disminuye en modo alguno. Sin embargo, aquellos que ignoran la verdadera naturaleza de dichas cosas, consideran su creación como derogatoria de Dios y asocian otros seres a Él, al creer que tales cosas deben haber sido creadas por algún otro poder.
Observad cuán espléndidamente el Islam ha desvelado la verdad y explicado el propósito de la creación de tales cosas, que a primera vista parecen dañinas o penosas. Declara que han sido creadas para un fin útil y que el hombre debe alabar a Al-lah por su creación. Visto así, el punto de vista es completamente opuesto. El arsénico, la estricnina y la morfina son venenos mortales, y sin embargo, ¡con qué frecuencia se usan para aliviar el malestar humano y combatir enfermedades! ¿Mueren más hombres a causa de su toxicidad de los que se salvan por su aplicación? Millones de personas se salvan de las garras de la muerte con el uso de tales venenos. Lo mismo ocurre con las serpientes, los escorpiones y otros reptiles.
Todavía no se ha prestado suficiente atención a tales criaturas, pero un estudio más profundo descubrirá que su existencia reportará un gran valor a los intereses médicos y científicos. Además, como aparece en el Sagrado Corán, la creación de tales insectos y reptiles fue anterior a la del hombre y fueron en gran medida responsables de la purificación atmosférica de la tierra. Tales insectos y animales representaron, de hecho, los primeros eslabones en la preparación del hábitat para el hombre, aunque no en el sentido en que generalmente se entiende la evolución hoy, sino representando las diferentes etapas de desarrollo por las que la tierra ha pasado.
Dice también (Corán 42:30-31):
وَ مَاۤ اَصَابَکُمۡ مِّنۡ مُّصِیۡبَۃٍ فَبِمَا کَسَبَتۡ اَیۡدِیۡکُمۡ وَ یَعۡفُوۡا عَنۡ کَثِیۡرٍ﴿۳۰﴾
«Y cualquier calamidad que os aflija es [consecuencia] de lo que vuestras propias manos han obrado, aunque Él perdona mucho.»
Al-lah creó el Sol, la Luna y las estrellas; los cielos y la tierra y todo lo que hay entre ellos, para servir al hombre; pero si este no acierta a sacar utilidad de ello o lo emplea mal y sufre pérdidas o daños, se trata de su propio error. En muchos casos, Al-lah advierte de las malas consecuencias de los fallos humanos. Por tanto, los males sufridos por el hombre no se deben a la acción directa de Al-lah, sino a que aquel contraviene las leyes naturales diseñadas para su beneficio. La enfermedad se debe a la interacción entre facultades agonistas y antagonistas con las que ha sido dotado el hombre.
Todo progreso humano acontece como resultado de la acción y reacción de tales facultades, que, de no existir, el hombre no sería lo que es. Bajo una ley natural general, el hombre es influenciado por todo lo que le rodea y, a su vez, influye sobre el medio. En cualquier momento de este proceso de influencia y contra-influencia en que el hombre contraviene la ley natural, se expone al ataque de cualquier enfermedad, malestar o inconveniencia. Al-lah, por tanto, no ha creado la enfermedad como tal, sino la ley natural, indispensable para el progreso del hombre, siendo la enfermedad el resultado de la infracción de esta ley. Dado que dicha ley nace de la Beneficencia Divina, el hecho de que el mal resulte de la ignorancia o infracción de la misma no impugna en modo alguno la perfección de dicha Beneficencia.
Lo mismo ocurre con el pecado, que tampoco tiene una existencia independiente, pues se conoce como tal la infracción de una ley moral o espiritual. La existencia del pecado, por tanto, no ofende la Santidad de Al-lah. El término usado por el Sagrado Corán para el pecado significa ‘exceso’ o ‘defecto’, no aplicándose este concepto como un sustantivo independiente. Esto demuestra que, según el Sagrado Corán, el pecado no tiene entidad por sí mismo y significa simplemente ausencia de virtud. El exceso y el defecto son resultados directos de la acción u omisión humana, del fracaso en emplear correctamente las bondades de Al-lah o del intento de infringir los derechos de los demás.
Ningún otro libro religioso presenta a Al-lah con esta imagen. Solo el Sagrado Corán explica que la existencia de tales cosas aparentemente nocivas o dañinas no atenta contra la perfección de los atributos divinos. El Sagrado Corán no solo enumera los atributos de Al-lah, sino que los explica e ilustra con tal detalle que las dudas y equívocos desaparecen, la revelación de su belleza encanta su contemplación, origina admiración y colma el corazón con el deseo de amor y obediencia. Una mera enumeración de los atributos divinos no tiene realmente un gran mérito.
En ocasiones se objeta que es incompatible con la Misericordia Divina que los niños sufran alteraciones y enfermedades que no han merecido de ninguna forma y que han heredado.
La respuesta a tal objeción está contenida en el comentario anterior; es decir, Al-lah ha establecido una ley que influye sobre todo lo que se encuentra en su entorno, y tal ley es completamente beneficiosa. De no ser así, el hombre no se vería afectado por sus circunstancias externas y no habría realizado progreso alguno. Bajo los efectos de esta ley, los niños quedan influenciados, para bien o para mal, por sus padres. De ellos obtienen salud y contraen enfermedades. Si no pudieran adquirir la enfermedad, tampoco estarían capacitados para heredar las capacidades y facultades de sus padres, y el hombre nacería semejante a una imagen de piedra, impenetrable a buenas y malas influencias.
El propósito subyacente en la Creación humana se habría frustrado y su existencia sería incluso peor que la de los animales. La cuestión siguiente radica en saber si existe compensación alguna por la pérdida y el sufrimiento causados por enfermedades o incomodidades que de alguna manera se heredan. La respuesta del Islam a esta cuestión es que, al valorar el progreso espiritual de cada individuo, se tendrá en cuenta toda incapacidad padecida, ajena a cualquier falta personal. Por ejemplo, el Sagrado Corán dice (Corán 7:8):
وَ الۡوَزۡنُ یَوۡمَىِٕذِ الۡحَقُّ ۚ فَمَنۡ ثَقُلَتۡ مَوَازِیۡنُہٗ فَاُولٰٓئِکَ ہُمُ الۡمُفۡلِحُوۡنَ﴿۸﴾
«Y la balanza [de la justicia] ese día establecerá la verdad. Entonces, aquellos cuya balanza [de buenas acciones] sea pesada —esos serán los triunfadores.»
En otro lugar dice (Corán 4:96):
دَرَجٰتٍ مِّنۡہُ وَ مَغۡفِرَۃً وَّ رَحۡمَۃً ؕ وَ کَانَ اللّٰہُ غَفُوۡرًا رَّحِیۡمًا﴿۹۶﴾
«[Concederá] grados de superioridad de Su parte, así como perdón y misericordia. Y Al-lah es indulgente, misericordioso.»
El Santo Profeta (la paz y bendiciones de Dios sean con él) dijo:
«No hay musulmán, hombre o mujer, a quien una aflicción le alcance en su cuerpo, hijos o propiedades, sin que, a causa de ello, sus pecados le sean reducidos. Alcanzarán tal grado de purificación por el sufrimiento, que en el instante en que se presenten ante Al-lah, sus faltas habrán sido completamente borradas.» (Tirmidhi)
Aunque esta tradición se refiere particularmente a los creyentes, el principio establecido por el Sagrado Corán es de aplicación general. Se menciona a los creyentes en este contexto porque la explicación fue dada en respuesta a una cuestión particular.
Lo anteriormente descrito es una ilustración suficiente sobre las enseñanzas de las diferentes religiones respecto a los atributos de Al-lah. El Islam define el atributo de la Beneficencia de un modo distinto a como lo definen otras religiones. Algunas de ellas han tenido que incluir la doctrina de la trasmigración de las almas para afirmar la Beneficencia de Dios. Sin embargo, una breve consideración muestra que la explicación dada por el Islam es completamente razonable y está de acuerdo con las leyes de la naturaleza, mientras que la doctrina de la trasmigración se basa en meras suposiciones.
La manifestación de los atributos divinos de Justicia y Misericordia también merece atención. Todas las religiones describen a Dios como Justo y Misericordioso, y sin embargo existe una vasta diferencia entre sus respectivas explicaciones sobre el sentido de tales atributos. El Islam afirma que no existe conflicto entre estos dos atributos y que ambos pueden manifestarse simultáneamente. La Misericordia no se opone a la justicia, sino que la comprende y supera.
El Sagrado Corán dice (Corán 6:161):
مَنۡ جَآءَ بِالۡحَسَنَۃِ فَلَہٗ عَشۡرُ اَمۡثَالِہَا ۚ وَ مَنۡ جَآءَ بِالسَّیِّئَۃِ فَلَا یُجۡزٰۤی اِلَّا مِثۡلَہَا وَ ہُمۡ لَا یُظۡلَمُوۡنَ﴿۱۶۰﴾
«Quien se presente con una buena acción recibirá diez veces su recompensa; pero quien se presente con una mala acción, solo será retribuido con su equivalente, y no serán tratados injustamente.»
Esto demuestra que, de acuerdo con el Islam, no es injusto recompensar a una persona por encima de sus merecimientos; en cambio, sí lo es infligir a un hombre un castigo mayor del que merece.
Ciertamente, la injusticia significa compensar a alguien en menor cuantía de lo que ha ganado, o castigarle en mayor medida de lo que merece; o entregar a alguien lo que a otro pertenece. Y Al-lah nunca realiza tales cosas. Todo lo que hace es perdonar a todo ser arrepentido que, habiéndose percatado de su error, abandona el mal camino en su vida y se presenta ante el Trono de la Divina Misericordia, suplicando Su perdón con el corazón palpitante, los labios trémulos, los ojos llorosos, la cabeza inclinada por la vergüenza, la mente llena de tumultuosos pensamientos y con la determinación de llevar una vida pura e inmaculada en el futuro.
Al-lah capacita a tal persona para comenzar un nuevo curso
