
“Giro en torno al Corán”
“Merza Sahib pasa todo su tiempo en adoración o en la recitación (del Corán)” (Hazrat Jwaja Ghulam Farid Sahib de Chachran Sharif)
Un escrito con motivo de Ramadán
La aldea de los hafices ("El lugar donde habitan los memorizadores del Corán")
Estaba predestinado que, a través del Mesías Prometido (la paz sea con él), se revivieran las luces, bendiciones, conocimientos y ciencias del Corán. Por ello, el lugar de Qadian, destinado a convertirse en un centro de la unicidad divina, recibió por la especial providencia de Dios una relación particular con el Corán. Dios había infundido en los corazones de los antepasados del Mesías Prometido (la paz sea con él) un amor extraordinario por el Corán.
Los antepasados de Su Santidad, encabezados por Hazrat Mirza Hadi Beg, llegaron al subcontinente indio desde Samarcanda, en Asia Central, durante el período mogol en 1530, liderando una caravana de 280 personas. Transformaron una selva en un asentamiento al que llamaron Islam Pur, que con el tiempo se convirtió en Islam Pur Qazi Majhi y, finalmente, en Qadian. Era como un jardín donde florecían cientos de plantas de defensores del Islam y hombres valientes. El bisabuelo de Su Santidad, Hazrat Mirza Gul Muhammad, poseía prodigios y milagros. El estado autónomo de Qadian permaneció durante casi doscientos años, y en él el Corán siempre tuvo una relevancia extraordinaria. Hubo un tiempo en que cientos de hafices (memorizadores del Corán), eruditos y personas piadosas estaban siempre presentes. Sin embargo, lamentablemente, cuando los sikhs tomaron control de esta región sin igual, las majestuosas mezquitas fueron destruidas o convertidas en templos sij. La biblioteca islámica central de Qadian, que albergaba 500 manuscritos del Corán, fue quemada con gran irrespeto, y muchas reliquias islámicas fueron eliminadas.
(Citado de Al-Bariyya, Ruhani Jaza’in, Vol. 13, pp. 162-175)
Sin embargo, esta chispa oculta fue la que dio origen a una llama ardiente del Corán. Su corazón, rebosante de amor por Dios y Su Mensajero (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), engendró un amor incomparable por el Corán, sin parangón en los siglos pasados. El célebre verso del Mesías Prometido (la paz sea con él) dice:
دل میں یہی ہے ہر دم تیرا صحیفہ چوموں
قرآں کے گرد گھوموں کعبہ مرا یہی ہے
En mi corazón está siempre el deseo de besar tu sagrado libro,
Giro en torno al Corán, pues este es mi Kaaba.
Explicando este verso, Hazrat Mirza Bashir Ahmad (que Al-lah esté complacido con él) escribe:
“Es decir, las excelencias del Corán son evidentes y manifiestas, pero la base principal de mi amor por él radica en que, ¡oh mi Señor celestial!, es el libro sagrado enviado por Ti, al que mi corazón anhela besar una y otra vez y alrededor del cual desea girar incesantemente.”
(Sirat Tayyiba, p. 16)
“Yo también soy un amante”
El Mesías Prometido (la paz sea con él) dice:
“Al-lah, el Exaltado, ha descrito en el Corán todas Sus perfecciones, y estas se expresan en términos de belleza y cualidades amadas. Al leerlo, se hace evidente que busca convertir al lector en un amante de Dios. Así, ha creado miles de amantes, y yo soy uno de Sus humildes siervos entre ellos.”
(Apéndice de Chashma-e-Ma’rifat, p. 64, publicado el 15 de mayo de 1908)
Mi documento
El 2 de octubre de 1891, mientras se encontraba en el mercado de Ballimaran, en la casa del Nawab de Loharu, en Delhi, el Mesías Prometido (la paz sea con él) emitió un anuncio público en el que escribió:
“El mismo Mensajero Noble (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) es mi guía, como lo es para vosotros, y el mismo Corán es mi guía, mi amado y mi documento.”
(Majmu’a Ishtiharat, Vol. 1, pp. 231-232)
El amor del Mesías Prometido (la paz sea con él) por el Corán no era meramente emocional, como quien se enamora de su belleza al contemplarlo, sino que era un amor profundo y sabio, fundamentado en un estudio extenso y profundo que llevó a su corazón a dar testimonio de su grandeza.
Testimonio tras un estudio exhaustivo
El Imam de la era, el eminente fundador del Movimiento Ahmadía, proclamó con firmeza hasta el último momento de su bendita vida:
“He pasado gran parte de mi vida estudiando los libros de diferentes comunidades, pero digo con toda sinceridad que no he encontrado en ninguna otra enseñanza religiosa —ya sea en sus creencias, su ética, su organización social, su política civil o su división de las buenas obras— algo que pueda igualarse a la exposición del Corán.”
(Paigham-e-Sulh, Ruhani Jaza’in, Vol. 23, p. 62, primera edición)
En este artículo, se pretende presentar solo algunas de las muchas facetas del amor del Mesías Prometido (la paz sea con él) por el Corán, específicamente relacionadas con la recitación y la reflexión sobre él.
El fundamento de su amor por el Corán
El carácter del Mesías Prometido (la paz sea con él) fue moldeado por el amor al Corán. Desde su infancia, pasaba día y noche recitando el Corán, reflexionando sobre él y escribiendo notas en sus márgenes. Su servidor, Mirza Ismail Beg, relata que a veces el padre de Su Santidad, Hazrat Mirza Ghulam Murtaza, lo llamaba y le preguntaba: “Dime, ¿qué hace tu Merza?” Yo respondía: “Está ocupado con el Corán.” Él replicaba: “¿Alguna vez toma un descanso?” Luego preguntaba: “¿Duerme por la noche?” Yo decía: “Sí, duerme, pero también se levanta para orar.” A esto, Merza Sahib decía: “Ha cortado todos los lazos mundanos. Yo dependo de los demás para el trabajo. Su hermano mayor es muy capaz, pero él está incapacitado.”
(Tarikh-e-Ahmadiyyat, Vol. 1, p. 65)
Recitación matutina
Hazrat Mirza Din Muhammad Sahib de Langarwal relata: “Desde mi infancia, he observado al Mesías Prometido (la paz sea con él). Lo vi por primera vez en vida de su padre, Hazrat Mirza Ghulam Murtaza, cuando yo era muy pequeño. Su costumbre era acostarse temprano después de la oración de Isha y levantarse alrededor de la una de la madrugada para la oración de Tahajjud, tras lo cual recitaba el Corán. Cuando llegaba la llamada a la oración del Fajr, realizaba las oraciones sunnah en casa y luego iba a la mezquita para la oración obligatoria.”
(Sirat-ul-Mahdi, Vol. 3, p. 20)
Además, agrega: “Realizaba la oración obligatoria en la mezquita, pero las sunnah y las oraciones nafl las hacía en casa. Después de la oración de Isha, se acostaba, y después de medianoche, se despertaba para realizar las oraciones nafl, tras lo cual recitaba el Corán. Encendía una lámpara de arcilla y recitaba hasta la llamada del Fajr.”
(Tarikh-e-Ahmadiyyat, Vol. 1, p. 121)
Un compañero de infancia, Lala Malawamal, testifica: “Tenía un amor especial por el Corán. Siempre se levantaba entre las dos y las tres de la madrugada, comenzaba a orar con gran calma, luego recitaba el Corán. Después, realizaba la oración del Fajr y dormía un poco, a lo que él llamaba ‘el descanso luminoso’. Luego salía a pasear, y durante el paseo, se ocupaba de asuntos religiosos.”
(Al-Fazl, 24 de diciembre de 1935, p. 5)
Hazrat Hakim Muhammad Zahid Sahib (que Al-lah esté complacido con él), compañero del Mesías Prometido (la paz sea con él) de Shorkot, relata: “Excepto en los últimos tres o cuatro años, el hábito de Su Santidad era realizar la oración del Fajr en la Mezquita Mubarak de Qadian y, al regresar a casa, comenzar inmediatamente la recitación del Corán. Aunque recitaba con rapidez, cada palabra se entendía con claridad. Generalmente recitaba caminando y completaba un sipara (sección) al día, y a veces incluso una manzil (una de las siete divisiones del Corán). Mi costumbre era tomar el Corán y recitar junto con él, corrigiendo cualquier error en mi recitación. Después, Su Santidad salía a pasear.”
(Revista Ansarullah, octubre de 1974, p. 30)
Hazrat Umm-ul-Mu’minin relata: “Cuando el Mesías Prometido (la paz sea con él) dirigía la oración del Maghrib en casa, a menudo recitaba las aleyas de la Sura Yusuf que incluyen las palabras ‘Innama ashku bathsi wa huzni ila Al-lah’ (Solo expongo mi aflicción y tristeza ante Al-lah). Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib decía que la voz del Mesías Prometido (la paz sea con él) estaba llena de emoción y dolor, y su recitación era melodiosa.”
(Sirat-ul-Mahdi, Vol. 1, p. 68)
Hazrat Maulvi Rahim Bakhsh Sahib, compañero del Mesías Prometido (la paz sea con él), relata: “Una vez, estando en Qadian, dormí fuera de la habitación donde se encontraba Su Santidad. Durante la noche, desperté y escuché al Mesías Prometido (la paz sea con él) recitando el Corán con tal fervor que parecía un amante declarando su amor a su amado. La intensidad de su amor está más allá de mi capacidad para describirla.”
(Al-Hakam, 21 de julio de 1934, p. 4)
Hazrat Sheikh Yaqub Ali Sahib Irfani (que Al-lah esté complacido con él) escribe:
“Los relatos sobre la recitación del Corán por parte del Mesías Prometido (la paz sea con él) son extraordinarios, y han sido testimoniados por quienes lo escucharon directamente. Su voz contenía un dolor, una dulzura y un amor que, aunque carecía de musicalidad, estaba impregnada de una ola de fervor y éxtasis. Tenía varios modos de recitar el Corán. A veces lo recitaba con la intención de escribir un texto, lo que tenía un tono distinto. En otras ocasiones, lo recitaba en un estado de amor y devoción a Al-lah, creando un ambiente de éxtasis, especialmente por la noche, cuando el mundo dormía. En esos momentos, recitaba con un murmullo, envuelto en un estado de éxtasis, y describió esta experiencia en estos versos:
دل میں ہے میرے ہر دم تیرا صحیفہ چوموں
قرآں کے گرد گھوموں کعبہ مرا یہی ہے
En mi corazón está siempre el deseo de besar tu sagrado libro,
Giro en torno al Corán, pues este es mi Kaaba.”
(Al-Hakam, 21 de julio de 1934, p. 4)
Recitación en la oración
Hazrat Muslih Maud (que Al-lah esté complacido con él) relata: “Cuando el Mesías Prometido (la paz sea con él), debido a su enfermedad, no podía ir a la mezquita, solía dirigir las oraciones del Maghrib y del Isha en casa con la congregación. En la oración del Isha, recitaba casi invariablemente las aleyas de la Sura Yusuf, desde ‘Bil sulat lakum’ hasta ‘Arham-ur-Rahimin’. Las recitaba con un tono tan lleno de dolor que conmovía el corazón. Esa voz aún resuena en mis oídos.”
(Tafsir Kabir, Vol. 3, p. 356)
Hazrat Hafiz Hamid Ali Sahib (que Al-lah esté complacido con él) solía decir: “En la oración, Su Santidad repetía mucho ‘Ihdinas-sirat-al-mustaqim’ (Guíanos por el camino recto) y, en la postración, repetía frecuentemente ‘Ya Hayy, Ya Qayyum’ (Oh Viviente, Oh Subsistente). Lo decía con tal insistencia y súplica, como si estuviera implorando algo grande con gran fervor, repitiendo una y otra vez su petición. Generalmente, recitaba Ayat-ul-Kursi en la primera raka’at. Prolongaba mucho las postraciones, y a veces parecía que, en su llanto y súplica, se derretiría y se desvanecería.”
(Al-Fazl, 3 de enero de 1931)
Hazrat Dr. Mir Muhammad Ismail Sahib (que Al-lah esté complacido con él) relata: “En 1895, tuve la oportunidad de pasar todo el mes de Ramadán en Qadian, y recé la oración de Tahajjud detrás de Su Santidad durante todo el mes. Su costumbre era realizar la oración de Witr temprano en la noche y la oración de Tahajjud, de ocho raka’ats divididas en pares, al final de la noche. Siempre recitaba Ayat-ul-Kursi en la primera raka’at y la Sura Al-Ijlas en la segunda, y repetía frecuentemente ‘Ya Hayy, Ya Qayyum, birahmatika astaghith’ (Oh Viviente, Oh Subsistente, busco refugio en Tu misericordia) en el ruku y el sujud, con una voz audible. También tomaba el suhur después de la oración de Tahajjud.”
(Sirat-ul-Mahdi, Vol. 2, p. 12)
Recitación apasionada
Hazrat Maulvi Rahim Bakhsh Sahib (que Al-lah esté complacido con él), compañero del Mesías Prometido (la paz sea con él), relata: “Una vez, estando en Qadian, dormí fuera de la habitación donde se encontraba Su Santidad. Durante la noche, desperté y escuché al Mesías Prometido (la paz sea con él) recitando el Corán con tal fervor que parecía un amante declarando su amor a su amado. La intensidad de su amor está más allá de mi capacidad para describirla.”
(Al-Hakam, 21 de julio de 1934, p. 4)
Hazrat Sheikh Yaqub Ali Sahib Irfani, fundador del periódico Al-Hakam (juramento el 7 de febrero de 1892, fallecimiento el 5 de diciembre de 1957), relata:
“Cuando el Mesías Prometido (la paz sea con él) recitaba el Corán en soledad, yo lo escuché, y su recitación generaba ondas de dulzura y emoción. Encontré un eco de su estilo en la recitación melodiosa de Hazrat Mirza Sultan Ahmad Sahib. En resumen, cuando recitaba o escuchaba el Corán, una extraña emoción lo embargaba.”
(Hayat-e-Amin, pp. 11-12, compilado por Qureshi Ata-ur-Rahman Sahib Awan, Qadian, publicado en 1953, Hamdard Press, Kocha Chelan, Delhi)
Frecuencia de la recitación
Su hijo mayor, Hazrat Mirza Sultan Ahmad Sahib, relata: “Tenía un Corán que leía y en el que hacía anotaciones. Puedo decir sin exagerar que probablemente lo leyó unas diez mil veces.”
(Hayat-e-Tayyiba, p. 13)
Método de recitación
Hazrat Mirza Sharif Ahmad Sahib relata: “Recuerdo que una vez el Mesías Prometido (la paz sea con él) estaba recitando un Corán con grandes márgenes. Lo hacía en voz alta, colocando el dedo en cada palabra. Era como si, además de la bendición de recitarlo con la lengua, los ojos obtenían la recompensa de verlo, los oídos la de escucharlo, y los dedos y las manos no se privaban de esta bendición.”
(Zikr-e-Habib, discurso en el Jalsa Salana de 1956, pp. 16-17)
Reflexión sobre el Corán
Hazrat Mirza Bashir Ahmad Sahib relata: “Alguien me contó que una vez el Mesías Prometido (la paz sea con él) viajaba en palanquín de Qadian a Batala, un trayecto de unas cinco horas. Al salir de Qadian, abrió su Corán y comenzó a recitar la Sura Al-Fatiha. Durante las cinco horas, recitó esta sura con tal inmersión que parecía estar sumergido en un vasto océano, buscando las perlas del amor y la misericordia de su Amado Eterno.”
(Sirat Tayyiba)
El eminente erudito Maulana Syed Mir Hasan Sahib (maestro del Dr. Sir Muhammad Iqbal) relata sobre la estancia del Mesías Prometido (la paz sea con él) en Sialkot:
“Al principio, Hazrat Merza Sahib vivía de alquiler en la casa de un kashmiri llamado Imran, en el barrio de Kashmiri, cerca de mi humilde hogar lleno de pecados. Cuando regresaba de la oficina, se dedicaba a recitar el Corán. Lo hacía sentado, de pie o caminando, y lloraba intensamente. Recitaba con tal humildad y devoción que no se encuentra igual.”
(Sirat-ul-Mahdi, Vol. 1, p. 270)
Durante su estancia en Sialkot, residió por un tiempo en el barrio kashmiri, en la casa de Imran, hermano menor de Mian Fazl Din Sahib. Uno de los parientes de Mian Fazl Din Sahib le contó a Sheikh Abdul Qadir Sahib, antiguo comerciante y autor de Hayat-e-Tayyiba, que era bien sabido que cuando el Mesías Prometido (la paz sea con él) regresaba de la oficina, al entrar por la puerta no se volvía para cerrarla, evitando mirar accidentalmente a alguna mujer no mahram en la calle. En cambio, cerraba la puerta con ambas manos detrás de él y luego se giraba para poner la cadena. En casa, no hacía otra cosa más que recitar el Corán y realizar largas postraciones en la oración. A veces escribía aleyas y las colgaba en las paredes, reflexionando sobre ellas.
(Hayat-e-Tayyiba, p. 20)
Hazrat Sheikh Yaqub Ali Irfani Sahib, refiriéndose a la vida del Mesías Prometido (la paz sea con él) antes de su proclamación, escribe, resumiendo su investigación:
“En ese tiempo, sus ocupaciones no eran otras que la adoración, el recuerdo de Al-lah y la recitación del Corán. Solía caminar mientras recitaba. Aquellos que desconocían las verdades se burlaban de esta práctica. Tenía una gran costumbre de recitar el Corán, reflexionar y meditar sobre él. Su pasión por la recitación del Corán mostraba cuánto amor y apego tenía por este libro majestuoso de Al-lah, y cuán profunda era su conexión con la palabra divina. Esta recitación y estudio profundo generaron en él un fervor por expresar la verdad y grandeza del Corán. Al-lah lo convirtió en un océano infinito de conocimientos coránicos, un conocimiento del discurso divino sin igual en los tiempos pasados. En resumen, su amor por el Corán era inmenso, y en su interior corría como un relámpago el deseo de proclamar su grandeza y verdad.”
(Hayat-e-Ahmad, pp. 135-136)
Mai Hayat Bibi Sahiba, hija de Fazl Din Sahib, relata: “Su costumbre era que, al regresar de la oficina, primero llamaba a mi padre y entraba en la casa con él. Pasaba la mayor parte del tiempo con mi padre, y su comida se preparaba en nuestra casa. Mi padre le llevaba la comida. Merza Sahib entraba, cerraba la puerta y recitaba el Corán en el patio. Mi padre decía que a veces, mientras recitaba, caía en postración y realizaba largas postraciones, llorando tanto que la tierra se humedecía.”
(Sirat-ul-Mahdi, Vol. 3, p. 93)
Hazrat Mufti Muhammad Sadiq Sahib (que Al-lah esté complacido con él) relata:
“Otros escriben un texto consultando varios libros, extrayendo ideas de aquí y allá, y a veces mirando el Corán. Pero he visto que, cuando Su Santidad escribía un texto o un libro, siempre comenzaba leyendo el Corán. A menudo lo vi leer el Corán completo, reflexionando profundamente antes de escribir. Todo lo que escribió estaba basado en el Corán; en otras palabras, expresó los significados del Corán. Aunque tenía una conexión con todo el Corán, su relación con la Sura Al-Fatiha era especial. No hay texto suyo en el que no haya extraído algo de la Sura Al-Fatiha. Escribió un libro en árabe, I’jaz-ul-Masih, como comentario de la Sura Al-Fatiha, y también dedicó una sección de Barahin-e-Ahmadiyya a su interpretación, además de explicarla en otros lugares.”
(Al-Fazl, 15 de enero de 1926)
Súplica para comprender el Corán
Durante su empleo en Sialkot, su rutina habitual era cubrirse con una sábana, dejando solo una parte del rostro descubierta para ver el camino. Al regresar de la oficina a su residencia, cerraba la puerta y se dedicaba a recitar el Corán y al recuerdo de Al-lah. Esta práctica despertó la curiosidad de algunos, que quisieron investigar qué hacía tras cerrar la puerta. Un día, un grupo de “espías” descubrió su “secreto”: lo vieron sentado en su tapete de oración, con el Corán en la mano, suplicando con humildad, emoción y fervor: “¡Oh Al-lah, este es Tu palabra! Solo Tú puedes hacerme comprenderla.”
(Tarikh-e-Ahmadiyyat, Vol. 1, p. 85)
Enseñanza del Corán
Hazrat Pir Siraj-ul-Haq Sahib Numani relata: “El Mesías Prometido (la paz sea con él) me insistía mucho en que estudiara el Corán con Hazrat Maulana Nur-ud-Din Sahib y asistiera a sus lecciones. También me enseñaba personalmente y me explicaba los significados del Corán.”
(Tazkirat-ul-Mahdi, p. 174)
Durante su estancia en Sialkot, antes de su proclamación, enseñaba el Corán a Merza Nizam-ud-Din Sahib y a un abogado hindú, Bhim Sen, quien estudió casi 14 secciones del Corán con él.
(Tazkirah, p. 694)
A petición de Hazrat Hakim Fazl Din Sahib (que Al-lah esté complacido con él), también enseñó partes del Corán a él y a Hazrat Maulvi Abdullah Sanori Sahib (que Al-lah esté complacido con él).
(Sirat-ul-Mahdi, relato nº 653)
Lecciones del Corán para mujeres
Hazrat Syed Zain-ul-Abidin Waliullah Shah Sahib (nacido en 1889, juramento de lealtad en 1903, fallecido el 16 de mayo de 1967), un eminente miembro del Movimiento Ahmadía, amante del Corán y apasionado por los hadices, relata:
“El Mesías Prometido (la paz sea con él) tenía un profundo cuidado por los sentimientos de sus huéspedes. Amaba mucho a mis padres, especialmente a mi madre, y nunca le permitió masajearle los pies. Por respeto a ella, inició lecciones del Corán para las mujeres, dando él mismo la primera lección. Luego llamó a Hazrat Jalifa I (que Al-lah esté complacido con él) y a Maulvi Abdul Karim Sahib (que Al-lah esté complacido con él) y les dijo: ‘La madre de Abdul Razzaq ha venido de lejos, y tengo un gran cuidado por ella. Quiero que, por su bien, se inicien lecciones del Corán para las mujeres.’ Maulvi Abdul Karim Sahib, al comenzar la lección, dijo: ‘Felicito a la esposa de Syed Abdul Sattar Sahib, pues por usted Al-lah ha inspirado al Mesías Prometido (la paz sea con él) a iniciar estas lecciones para mujeres. Ojalá las mujeres de Qadian tuvieran las cualidades para que el Mesías Prometido sintiera lo mismo por ellas y obtuvieran este honor que se le ha concedido a la esposa del Dr. Sahib.’”
(Al-Fazl, 28 de julio de 1938, p. 4)
Escuchar el Corán
Hazrat Mufti Muhammad Sadiq Sahib relata: “Solo vi al Mesías Prometido (la paz sea con él) llorar una vez, y fue así: mientras paseaba con sus servidores, en esos días Haji Habib-ur-Rahman Sahib, yerno de los habitantes de Haji Pura, estaba en Qadian. Alguien le dijo a Su Santidad: ‘Huzur, esta persona recita muy bien el Corán.’ Su Santidad se sentó a un lado del camino, y él recitó el Corán. Entonces vi lágrimas en los ojos de Su Santidad.”
(Zikr-e-Habib, pp. 323-324, por Hazrat Mufti Muhammad Sadiq Sahib, publicado por el gerente del depósito de libros, Talif-o-Ishaat, Qadian, Dar-ul-Aman, primera edición, diciembre de 1936)
El respetado Sheikh Abdul Rahman Sahib añade que la recitación agradó mucho a Su Santidad, quien pidió que le recitara el Corán todas las noches después de la oración de Isha. Durante aproximadamente un mes, le recitó el Corán.
(As-hab, Vol. 10, nota al pie, pp. 206-207)
Cuando Hazrat Hafiz Mu’in-ud-Din Sahib (que Al-lah esté complacido con él) tuvo el honor de presentarse ante el Mesías Prometido (la paz sea con él), tenía 14 o 15 años y estaba en una condición muy débil. Al verlo en ese estado, Su Santidad lo llevó consigo, le dio de comer y le dijo: “Hafiz, quédate conmigo.” Para Hafiz Sahib, esta invitación fue inesperada, ya que la familia del Mesías Prometido (la paz sea con él) era muy distinguida y nadie se atrevía a hablar en su presencia. Sorprendido por su bondad, aceptó quedarse con gratitud. Pensó que tal vez tendría que hacer algún trabajo, por lo que dijo: “Merza Ji (así se le dirigían entonces), no podré hacer ningún trabajo porque estoy incapacitado.” Su Santidad respondió: “Hafiz, no tienes que hacer ningún trabajo. Rezaremos juntos y memorizarás el Corán.”
(As-hab, Vol. 13, p. 287)
Deseo de una interpretación única
El Mesías Prometido (la paz sea con él) escribe:
“Una vez, en una visión, se me mostraron algunos libros de médicos eruditos y competentes que trataban sobre los principios generales de la medicina física, las ciencias fundamentales, las seis necesidades esenciales, etc., incluyendo un libro de un médico competente quraishi. Se me indicó que esto era la interpretación del Corán. Comprendí que hay una profunda conexión entre la ciencia de los cuerpos y la ciencia de la religión, y que ambas se confirman mutuamente. Cuando examiné el Corán a la luz de esos libros médicos, encontré los principios generales de la medicina física expresados elocuentemente en el Corán. Si Al-lah lo desea y la vida me lo permite, tengo la intención de escribir una interpretación del Corán que muestre esta correspondencia entre lo físico y lo espiritual.”
(Chashma-e-Ma’rifat, Ruhani Jaza’in, Vol. 23, p. 103)
Reconocimiento de los amantes del Corán
Todas las obras del Mesías Prometido (la paz sea con él) están impregnadas de la luz del Corán, pero Barahin-e-Ahmadiyya ocupa un lugar especial. En 1880, publicó esta obra monumental como prueba de la veracidad del Corán y la profecía, silenciando a los enemigos de la palabra de Al-lah y obligándolos a rendirse. Maulana Muhammad Sharif Sahib, editor de Munshir Muhammadi (Bangalore), comentó sobre este libro:
“Barahin-e-Ahmadiyya es una obra sin igual en la demostración de la veracidad del Corán y la profecía. El autor ha probado la verdad del Islam con tal esfuerzo y argumentos que cualquier persona justa concluirá que el Corán es el libro de Al-lah y que la profecía del último tiempo es verdadera.”
(Munshir Muhammadi, 25 de Rajab de 1300 H, pp. 214-217)
Testimonio de Hazrat Jwaja Ghulam Farid Sahib de Chachran Sharif
“Hazrat Merza Sahib pasa todo su tiempo en la adoración de Al-lah, el Exaltado, ya sea rezando, recitando el Corán o dedicándose a otros asuntos religiosos. Ha asumido con tal determinación la defensa del Islam que ha invitado incluso a la reina de Londres a aceptar el mensaje del Islam, así como a los reyes de Rusia, Francia y otros países, instándolos a abandonar la creencia en la trinidad y la cruz, que es puro politeísmo, y a adoptar la unicidad de Al-lah.”
(Isharat Faridi, Vol. 3, p. 69)
(Abdul Sami Jan, profesor de la Universidad Ahmadía Internacional, Ghana)